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Los Visigodos, siglo VI.
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TEMA: Los Visigodos, siglo VI.

Los Visigodos, siglo VI. 25 May 2008 21:20 #6225

  • Gale
Los Visigodos, siglo VI


Durante la Alta Edad Media, Europa sufrío, de tanto en tanto, las sacudidas de las grandes migraciones nórdicas y germánicas, cuando tribus grandes y pequeñas atravesaron el continente siguiendo a sus líderes, con el propósito de establecer un nuevo hogar en lo que quedaba del imperio romano occidental. Roma estaba demasiado debilitada para resistir el avance en masa hacia sus provincias de estos llamados ''bárbaros'', y se debatía entre una actitud combativa o conciliadora en un vano intento de proteger el Imperio.
Todas las fronteras estaban bajo presión. En la frontera del Danubio, la mayor amenaza la constituían los godos, un pueblo germánico cuyo origen aún discuten los historiadores modernos. Según su propia tradición, emigraron desde Escandinavia atravesando la actual Polonia y Ucrania hacia las costas del mar Negro. Animados por su éxito, se convirtieron en hábiles marinos y se extendieron más allá del Bósforo y entraron en el Egeo.

La historia de los visigodos es verdaderamente notable. Obligados a abandonar su hogar en Ucrania por los hunos, en el transcurso de una generación viajaron hacia el oeste atravesando los Balcanes, después se dirigieron al sur de Italia y volvieron al norte, cruzando los Alpes hasta el suroeste de la Galia antes de detenerse definitivamente en Hispania, donde establecieron un reino que duró más de 300 años. Esta es su historia.

Hubo dos principales tribus godas: los tervingios (a los que generalmente se les llama visigodos, aunque no es del todo exacto) y los greutungios (conocidos generalmente como ostrogodos). En el siglo III, mientras que los tervingios emigraron al suroeste hacia Ucrania y Moldavia, los greutungios se dirigieron al este.
A mediados del siglo III, los godos irrumpieron en los Balcanes, asesinaron al emperador Decio (Hostiliano), acto al que siguió, en el 256 d.C., el derribo de la frontera del Rin.
Entretanto, la Galia estaba siendo invadida por los francos y los alamanes, algunos de los cuales también alcanzaron Hispania e Italia. En el año 275, Roma abandonó formalmente la Dacia. Durante los 100 años siguientes, los godos y los romanos, vivieron, separados por el Danubio, en un estado de inquietud constante, en la que las relaciones fluctuaron entre la hostilidad, la tregua y la alianza.

A los ejércitos romanos del siglo IV no les resultó fácil derrotar a la tribu germana. A las tropas imperiales de este periodo les faltaba la confianza y la homogeneidad de los siglos anteriores; los germanos, en cambio, se estaban organizando en ''supertribus''.
El guerrero germánico del periodo de las grandes migraciones solía llevar toda riqueza en su persona. El estatus de un guerrero se medía por sus triunfos bélicos, y ello quedaba demostrado en la calidad de su equipo. En este agitado periodo no había nada parecido a un uniforme, ni si quiera entre los romanos; cada hombre se equipaba como podía. Los mejores guerreros, y por lo tanto los triunfadores, llevaban ropas de brillantes colores y adornos, un caballo, una armadura, un casco, una espada, una lanza, un hacha y un escudo. Los hombres más pobres no tenían armadura t solo portaban una lanza y un escudo.

En los ejércitos germánicos de este época no había una división clara entre caballería e infantería. Un guerrero era capaz de pelear a pie o a caballo. No es probable que pudieran cruzar muchos caballos en barco por el Danubio, y los que lo hicieron seguramente acabaron sirviendo de alimento. Tras el estallido de un conflicto, capturaban cuantos caballos podían para equipar el mayor número de jinetes, pero más por motivos de movilidad estratégica que como una ventaja táctica.
La vestimenta básica de casi todos los guerreros germánicos durante este periodo y posteriormente era una túnica y unos pantalones, sobre los que vestían un abrigo cuando hacía mal tiempo. La ropa solía ser de lana, aunque también se utilizaba el lino. El cinturón era el elemnto por excelencia del vestido militar y servía para indicar el estatus de guerrero de su portador. En el siglo IV, los cinturones eran extremadamente anchos, y se les añadían hebillas y anillas para colgar de ellas el equipo, como una espada, un monedero y un pedernal. Había diferentes estilos. Los visigodos, por ejemplo, no tardaron en adoptar el vestido de estilo romano, mientras que muchas tribus germanas del este, como los gépidos y los ostrogodos, llevaban las típicas ropas holgadas de los pueblos de las estepas.

Al final del Imperio, las grandes formaciones del ejército romano estuvieron integradas por tribus germánicas, al frente de las cuales había un oficial también germano, de modo que muchos alcanzaron el escalafón más alto del ejército imperial. Mediante tratado y dirigidos por sus propios jefes a las tribus germanas también se les permitió establecerse como ''foederatii' (aliados) a cambio de prestar servicio militar. Durante el periodo de las migraciones, el poder y la influencia de los jefes y de sus grupos de seguidores fueron en aumento. El jefe que se marchaba de su tierra natal dejaba atrás la vida comunal del clan, y se llevaba consigo a su ''comitatus'': los seguidores más aventureros y capaces que dependerían de su líder para su subsistencia.

Para estas gentes emigrantes la idea de propiedad ya no podía ser la tierra que tenían en común, si no una riqueza ''portátil'' que estaba en manos del líder y que distribuía entre sus fieles seguidores. Los guerreros que regresaban con sus tribus llevaban consigo las ideas romanas de mando y control, una influencia que poco a poco fue desgastando el tradicional sistema tribal y lo sustituyó por otro en el que líderes de gran riqueza y poder lograron convocar a otros seguidores de fuera de sus tribu y mantenerlos en su comunidad gracias a las victorias en combate. Estos grandes señores de la guerra y sus seguidores se conviertieron con el tiempo, en los reyes y nobles de la sociedad medieval.

Los romanos solían negociar la colonización de las tierras con estos grandes jefes, a quienes se respetaba como comandantes de los ejércitos aliados. Una vez asentados, estos hombres heredaron parte de la burocracia imperial y empezaron a rodearse del ''boato reggio''; de ahí que su poder se hiciera más absolutista y arbitrario.

En uno de esos acuerdos, el emperador Constantino firmó un tratado formal de paz en el año 332 con los tervingios que vivían en la misma frontera del Danubio. Según sus términos, los romanos pagarían a los godos un tributo anual, mientras que los tervingios debían proporcionar 40.000 soldados en condición de foederatii para combatir en el ejército romano cuando se les requiriese. Ciertamente, esta cifra es exagerada, pero también es cierto que combatieron por Roma en varias ocasiones.
Este acuerdo que satisfacía a ambas partes, se vio amenazado hacia el año 370, cuando empezaron a circular rumores sobre unas gente de desagradable aspecto que se dirigían al oeste cruzando la estepa. La expansión de los godos hacia el este puso en contacto a los greutungios (ostrogodos) con los hunos. Los godos que ahora se interponían en el camino de los hunos disponían ejércitos formados por un considerable número de arqueros con armas ligeras y de caballería, pero no eran rivales para los turco-mongoles armados con sus largos arcos compuestos. Los ejércitos godos se tambalearon, su imperio fue destruido y se retiraron hacia el oeste, al territorio de los tervingios. Allí construyeron algunas obras defensivas, mientras que los tervingios avanzaron hacia el este y establecieron posiciones defensivas a lo largo del río Dniéster. Sus esfuerzos fueron en vano, pues los hunos arrasaron todo a su paso.

Llegado el año 376, su futuro pintaba muy negro. Expulsados de sus hogares y tierras, y escondidos en refugios de montaña o detrás de fortificaciones, los godos no tendrían mucho de lo que vivir. El saqueo no era una empresa fácil para gente que se movía con familias enteras, y con todas sus pertenencias, y habrían sido muy vulnerables a cualquier ataque. En este punto, un grupo escindido de los tervingios, dirigidos por Alavivo y Fritigerno, pidieron asilo dentro del Imperio Romano.
Seguramente, el emperador romano Valens agradeció la llegada de una fuente de nuevos reclutas. Se les asignó un territorio en los márgenes del Danubio, y se ordenó a los oficiales romanos que les proporcionaran alimentos y tierras para establecerse. Habría sido casi imposible ocuparse de la situacióna a la que tuvo que hacer frente el comandante de las tropas regionales de Tracia, Lupicino. Antes sí tenía un grupo armado de personas que buscaban protección, que menos de 10 años atrás habían combatido contra Roma, y de repente habían llegado por miles (quizá 200.000 o más) sin hogar, hambrientos y desesperadamente neceistados de ayuda. Fuera cual fuese la política oficial, no pasó mucho tiempo hasta que los tervingios cayeron en manos de los corruptos prefectos locales y los mercaderes, que los desarmaron y les cobraron precios desorbitados por grano en mal estado y comida podrida.

Cuando se quedaron sin dinero, los tomaron como esclavos en pago por la bazofia que ahora les ofrecían. Finalmente, la paciencia de los godos se agotó, y cuando los romanos asesinaron a traición a algunos de sus comandantes en 377, se alzaron en armas bajo la dirección de Fritigerno. Como se habían visto obligados a deponer las armas cuando cruzaron el Danubio, irrumpieron en los arsenales romanos para recuperarlas; e incluso acogieron en sus filas a hombres de cualquier nacionalidad dispuestos a combatir, entre los que se incluían a los greutungios, los hunos y los alanos.

Después abandonaron su zona de contención y, tras derrotar a las fuerzas locales romanas de Marcianópolis (actual Shumla, en Bulgaria), se dividieron en pequeñas bandas que realizaron actos de pillaje por toda Tracia antes de dirigirse hacia Adrianópolis (actual Edirna, en Turquía. En Adrianópolis, el 9 de agosto del 378 se vieron frente a frente con el emperador Valens y el ejército del Imperio Oriental.
El resultado de la batalla es de sobra conocido: los romanos atacaron el círculo defensivo de la principal fuerza gótica y, a continuación, los greutungios y los alanos, que habían estado ocupados haciendo incursiones por otras zonas, les golpearon por el flanco. Fue el triunfo combinado de las tácticas de caballería e infantería godas, y el fracaso total de las labores de reconocimiento y mando por parte de los romanos.

La catástrofe de Adrianópolis en 378 fue la peor derrota del ejército romano desde tiempos de la República. Entre los muertos estaba el emperador del Imperio Oriental, Valens, el gran maestre de la caballería, el gran maestre de infantería, el conde de palacio, 35 comandantes de diferentes cuerpos y dos tercios del ejército romano de Oriente, que se estiman en unas 40.000 bajas.
Ahora, reforzado con el botín del campo de batalla, Fritigerno dirigió un ejército extremadamente bien armado. El núcleo lo constituían los tervingios, que su número se había incrementado con los greutungios, los nómadas hunos y alanos, las unidades de godos del ejército romano, los esclavos romanos huídos, los prisioneros de guerra y los desertores. A ellos se unieron más desertores del ejército romano, incluidos algunos guardias imperiales. Este grupo multiracial que siguió a Fritigerno hacia Tracia e Italia fue el que acabó por fundirse en lo que posteriormente se conocieron como visigodos.

Las hostilidades continuaron durante otros cuatro años, hasta la muerte de Fritigerno en 382 durante una campaña en los Balcanes.
Muchos guerreros que habían combatido por Fritigerno, tenían familia, por lo que ansiaban poder asentarse en algún sitio. Por eso, en 382, sin haber sufrido nunca una derrota, se presentaron en son de paz y se les concedieron tierras para cultivarlas y establecer sus hogares a cambio de prestar servicio militar en el ejército romano de Oriente, un acuerdo básicamente igual que cuando cruzaron el Danubio por primera vez 6 años atrás.
En el año 394, los visigodos, dirigidos por un nuevo líder, Alarico, marcharon junto al emperador de Oriente, Teodosio, contra un ejército romano de Occidente dirigido por Eugenio y vencieron la sangrienta batalla de los dos días en el río Frígido, en el norte de Italia. Se vieron obligados a marcharse de nuevo en el 396, y se les convenció para que se establecieran en el noroeste de Grecia. En 400, Alarico, que ansiaba alcanzar un rango militar oficial, obtuvo un mando romano en los Balcanes. Sin embargo en 402-403 invadió Italia, e inmediatamente fue derrotado por el ejército de Occidente, comandado por el general romano-vándalo Stilicho, que ya había combatido junto con los romanos en Adrianópolis y en el río Frígido.

En 405, Stilicho derrotó a un ejército mixto de ostrogodos, quadi y vándalos astingos con un ejército que necesitó los refuerzos de las unidades que vigilaban la frontera del Rin, desde Batavia a Gran Bretaña. El último día de 406, otra coalición germánica cruzó el helado Rin hacia la Galia, acompañada de un clan de alanos sármatas sin tierra. La Galia estaba prácticamente indefensa, así que lanzaron ataques por doquier. Después de tres años, pudieron cruzar los Pirineos hacia Hispania, donde se asentaron en la costa Atlántica. El ambicioso Stilcho, que había servido bien a Roma, era un buen negociador. Sin embargo, perdió el favor del emperador Honorio de Occidente y fue asesinado. De este modo, Alarico, rey de los Visigodos de Italia, tuvo que presentarse el mismo a las puertas de Roma para pedir el mando militar y subvenciones para los granjeros. Las autoridades romanas, seguras en Rávena, no accedieron a su petición; lo que desencadenó el saqueo inmediato (si bien poco entusiasta) de la ciudad por parte de los visigodos en 410.

Las pérdidas materiales y humanas fueron pocas, pero las repercusiones políticas dentro del Imperio fueron devastadoras. Por primera vez en 1.000 años Roma había sido derrotada, y el prestigio romano cayó en picado.
Después de 3 días, Alarico condujo a los visigodos al sur de Italia con la idea de cruzar al territorio romano del norte de África, dónde podía hacerse con el control de los campos de maíz. Pero murió repentinamente en el sur de Italia. Al final, los visigodos salieron de Italia conducidos por el hermano de Alarico, Ataúlfo, que abandonó el plan de dirigirse al norte de África y marchó de nuevo hacia el norte (en el camino secuestró y se casó con la hermana del emperador), hacia el territorio del Rin , donde ayudaron a las tropas romanas a pacificar la zona. Después siguieron su camino y se establecieron en el sur de la Galia, eligiendo Touluse como capital.
Animado por el emperador de Occidente, Ataúlfo cruzó los Pirineos para reconquistar Hispania para el Imperio y arrebatársela a los pueblos germánicos que ya se habían establecido aquí: los alanos, los suevos y los vándalos. En 415, los visigodos entraron en Hispania atravesando las montañas y ocuparon Barcelona.

Ataúlfo fue asesinado al año siguiente, pero su sucesor, Wallia, prácticamente exterminó a los vándalos silingos y los alanos, y condujo a los supervivientes hacia Galicia. Los vándalos astingos y los suevos germanos se salvaron de un destino parecido a manos de Wallia gracias a la intervención de los romanos.
En 415, en agradecimiento por haber restablecido el control del imperio, el emperador reconoció la legitimidad de los extensos asentamientos visigodos en el sur de la Galia y recompensó a Wallia con la concesión del territorio de Aquitania, o Touluse. Se convirtió en el primer reino ''bárbaro'' dentro del antiguo imperio. A la muerte de Wallia, Teodorico I, el hijo de Alarico, se convirtió en rey de Touluse.

En 461, Teodorico II de Touluse acabó con la alianza de los Visigodos y Roma, e inmediatamente conquistó Narbona, con el fin de extender sus dominios hacia el Mediterráneo. Lanzó varias campañas en el noroeste de Hispania contra los suevos, y en el este y centro de la Galia, pero fue derrotado en Arlés y también en Orleans. En 466 fue asesinado y le sucedió su hermano Eurico, que continuó con la construcción del Imperio visigodo en Hispania y la Galia.
Eurico derrotó a Remismundo, rey de los suevos, en 468, y extendió y consolidó su control sobre toda Hispania, arrinconando a los suevos en Galicia como meros vasallos. Más poderosos y numerosos que sus predecesores germanos, los visigodos se conviertieron en los gobernantes de Hispania, a la vez que seguían manteniendo sus posesiones en la Galia.

Aprovechando sus antiguas relaciones con Roma, consolidaron su ocupación de la península Ibérica, de manera que cuando el Imperio Romano cayó definitivamente en 476, tenían el control de casi toda la península, excepto Galicia, y obligaron a los terratenientes romanos a ceder los dos tercios de sus propiedades.

En la Galia, Eurico defendió con éxito las fronteras visigodas, derrotando a los galo-romanos del curso alto del Loira, a los burgundios en el Ródano, y el territorio de la Provenza occidental, donde capturaron las ciudades de Arlés y Marsella. Este fue el punto álgido del Imperio de Touluse, pues pronto sería desposeído de su control sobre la Galia por Clovis, el rey de los francos. Este derrotó a los visigodos y el mismo asesinó a Alarico II de Touluse en la batalla de Vouillé en 507. La guerra de desgaste de los francos con los visigodos acabó con su expulsión de la Galia. En persecución de sus enemigos, en 533 los francos incluso cruzaron los Pirineos, capturaron Pamplona y pusieron sitio a Zaragoza.

Después de abandonar Aquitania, los visigodos trasladaron su capital a Toledo hacia el año 554. Dejaron sus costumbres nómadas y establecieron una monarquía absoluta con una aristocracia de nobles terratenientes visigodos y un clero que gobernaban sobre una mezcla de pueblos, entre ellos los hispanos, celtas, romanos hispanizados y judíos. Aunque eran una minoría, los visigodos reinaron durante 300 años como sucesores de Roma. Ya en época temprana, el gran emperador bizantino Justiniano (527-565) invadió Hispania sin grandes pretensiones, y con pocas repercusiones, de modo que las fuerzas bizantinas se retiraron, finalmente, al norte de África.

Uno de los grandes reyes visigodos, Leovigildo (568-586), un poderoso terrateniente, fue un estadista al estilo imperial más que un señor de la guerra. Sin embargo, su labor de unificación se vio especialmente dificultada por un conflicto religioso entre conquistadores y conquistados. Los visigodos, a diferencia de los hispanos católicos, eran cristianos arios (negaban en concepto de la Trinidad, una herejía que ya había sido condenada en el concilio de Nicea en 325), y el conflicto resultante solo pudo ser resuelto cuando el rey Recaredo abrazó el catolicismo en el Concilio de Toledo de 589. A partir de entonces, el catolicismo se conviertió en religión oficial, y la Iglesia Católica estableció su autoridad sobre los asuntos del estado y sobre los espirituales. En 654, Recesvinto creó el ''Liber Iudiciorum'' que combinaba el derecho germano y el romano.

Los visogodos hispanos son un buen ejemplo de cómo una fuerza tribal ''bárbara'' evolucionó hacia un ejército organizado. Aquí, en Hispania, entre los siglos VI y VIII, la élite militar estuvo formada por los nobles y sus seguidores, y se asignó un papel menor a las levas provinciales. Puede que el comitatus o fuerza de élite reunida por el propio rey conservara algunos elementos germánicos casi hasta la caída del estado visigodo, pero, para entonces, las levas locales y las milicias urbanas probablemente ya no tenían ninguna característica germana reconocible. Como muchos gobernantes de este periodo, el rey Wamba intentó llevar a cabo reformas militares, pero sus medidas fueron atípicas, en tanto que proclamó que una décima parte de la numerosa población esclava también debía prestar servicio militar.

Al igual que todos los dirigentes germanos, el papel principal del rey visigodo aún seguía siendo el de caudillo militar. Sin embargo, los gobernantes visigodos nunca adquirieron el estatus semi-divino de, por ejemplo, sus rivales francos. Un rey visigodo que fracasara en la batalla podía ser destituido sin problemas por otro miembro de la aristocracia más antigua. La influencia bizantina sobre los ejércitos visigodos fue más inmediata que en el caso de los francos. Los guardias del rey y sus más leales seguidores eran conocidos como ''gardingi'' o ''fideles'', y los seguidores de los nobles eran los ''bucelarii''. A mediados del siglo VII, a los fideles del rey se les garantizó la posesión permanente de las tierras que les habían concedido.

Años después, uno de los últimos reyes visigodos, Wamba creó una guardia de nobles ''sphatarii'', de inspiración bizantina, que se sumaron a las ya existentes tropas de gardingi de palacio. Una vez establecidos en la península como gobernantes, los visigodos heredaron algunos de los problemas de sus predecesores. Uno de los de más difícil solución lo constituían los vascos de las montañas del norte, que aún conservaban un carácter tribal y creencias paganas. Tras la caída de los Visigodos, el ''problema de la frontera norte'' lo heredarían los gobernantes islámicos de Andalucía.

Gran parte de la lucha armada contra los francos en el sur de la Galia recayó sobre la caballería. Sin embargo, las tradiciones de caballería parecieron sobrevivir con más fuerza en la península que en la mayoría de los otros lugares que habían constituido el Imperio de Occidente. Incluso se ha sugerido que durante la ocupación visigoda de la península, hubo una mezcla de tradiciones de caballería romano-celtas y germano-visigodas que dio lugar a algo nuevo, algo que pudo haber contribuido a los caracterísitcos estilos de caballería de los ejércitos islámicos y cristianos posteriores. Y es más, existen sorprendentes evidencias de que los ejércitos visigodos de finales del siglo VI y del siglo VII incluyeron a algunos arqueros montados, una táctica que debieron aprender de las regiones de bajo gobierno romano-bizantino del sur de Hispania.

Una vez establecidos en la península, la caballería visigoda también parece que confió más en las táctica de ataques repetidos y retirada que aprendieron de sus anteriores enemigos romanos del final del imperio y de los bizantinos. Entretanto, los visigodos tomaron las impresionantes fortalezas romanas del sur de la Galia y de la península. Aparentemente, se mantenían en buenas condiciones, pero no añadieron nada más. De hecho, las famosas llamadas ''torres visigodas'' de la magnífica ciudad amurallada de Carcasona, en el sur de Francia, son de finales del Imperio Romano, no visigodas, aunque se mantuvieron y reforzaron entre los siglos VI y IX.

El gobierno visigodo entro en decadencia en el siglo VII, roto por el enfrentamiento entre las facciones partidarias de la nobleza y la monarquía, y entre una minoría gobernante y la mayoría de hispano-romanos autóctonos. Entretanto, al otro lado del Mediterráneo, los sarracenos habían conquistado el norte de África y habían llegado al estrecho de Gibraltar. En 710, el año en el que el rey Roderico ascendió al trono, un tal Conde Julián, visigodo o bizantino, logró defender el enclave de Ceuta de un ataque del comandante musulmán Musa Ibn Nusair. Posteriormente, Julián, que estaba enfrentado con Roderico, acordó en secreto ayudar a Musa a invadir territorio hispano. Con la ayuda de Julián, una pequeña fuerza desembarcó cerca de Algeciras en julio.

Al año siguiente, en 711, Musa envió una fuerza más numerosa, formada mayoritariamente, por guerreros bereberes dirigidos por Tariq Ibn Ziyad, que cruzaron el estrecho y desembarcaron en el peñón que lleva su nombre ''Gebel Tariq'' (Gibraltar).
El ejército de Tariq se enfrentó al rey Roderico, considerablemente más numeroso, en el río Guadalete, cerca de Medina Sidonia. A pesar de ser ampliamente superados en número, el ejército de Tariq logró derrotar a Roderico, cuyas fuerzas se vieron debilitadas por desacuerdos, actos de tración y deserciones. Roderico huyó, pero se ahogó al intentar cruzar el río.

Tariq continuó con su éxito al conquistar todo el sur de Hispania durante la misma campaña: ganó la batalla de Écija y capturó la capital visigoda de Toledo sin luchar. En 712 Musa tomó el relevo de Tariq y completó su tarea, conquitando el resto del país en el transcurso de un año. Los que pudieron huyeron al norte, dejando atrás sus tierras y su fortuna. Aunquea estos años se les suele llamar ''Edad Oscura'', las bases sentadas por el mundo clásico sobrevivieron. Los visigodos mostraron su respeto por la herencia romana en Hispania al adoptar el derecho romano y utilizar el Latín como lengua oficial de la Iglesia y el Estado. Las tradiciones romanas también se conservaron en el arte, y sobre todo en la arquitectura, y los propios visigodos hicieron una valiosa contribución a las artes menores. Además, la invasión de las provincias orientales por parte del emperador bizantino Justiniano en el siglo VI aseguró la expansión de las influencias bizantinas y de Oriente Medio. Ya entonces, se estaba formando el carácter hispano con la convivencia de muchas culturas, un patrón que habría de repetirse a lo largo de la historia.

Re: Los Visigodos, siglo VI. 26 May 2008 15:20 #6271



Alguna foto se echa en falta, pero fenómeno.
¡Oh, insensatos afanes de los mortales! ¡Qué débiles son las razones que nos inducen a no levantar nuestro vuelo de la Tierra! - Dante

Re: Los Visigodos, siglo VI. 26 May 2008 17:01 #6286

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Un poco de historia Visigotica
En el siglo V (D.C.), pueblos bárbaros (bárbaros quiere decir en latín pueblos extranjeros), en realidad pueblos godos, llegaron en oleadas sucesivas a suelo de Hispania. Suevos, alanos, vándalos y visigodos, que ya habían sido previamente romanizados y que traían ya una lengua mestiza (sustratos diversos + superestrato latino) y la religión cristiana. Por todo ello, la influencia propiamente germánica es muy escasa en la Península.
En la Europa romanizada, el latín vulgar recibe los préstamos, primero, como consecuencia del contacto bélico y pacífico de las tribus germánicas en Galia y Germania, y luego, a partir del gótico, cuando en el s. III los visigodos se establecen en Dacia, siendo este contacto el origen de numerosos grupos extendidos por todo el
El papel que los godos de Toledo (s. VI-VIII) desempeñaron en la evolución del hispanismo no está en consonancia con su repercusión en el plano del vocabulario. Sólo las palabras góticas adoptadas por la población románicaterritorio de la Romania. También fueron los visigodos quienes a finales del s. iv ocuparon el sur de la Galia y fundaron el reino de Tolosa que, durante el s. V, se convirtió en foco de irradiación de g., algunos de los cuales se introdujeron en la península Ibérica.



Ruta de los visigodos en Europa
en los s. VI y VII hacen entrever la significación alcanzada por el reino visigodo de Toledo. Es importante su aportación a la antroponimia, y así parece fuera de toda duda que la mayoría de los antropónimos usados hasta los s. X y XI en el área del reino astur-leonés y de la Marca Hispánica presentan un carácter homogéneamente godo; son nombres como Álvaro, Alfonso, Bermudo, Elvira, Fernando, Gonzalo (Gonzalvo), Ramón (a través del catalán), Ramiro, Recaredo, Rodrigo, Teodomiro, Guillermo, Rodrigo, Jorge, Georgina, Teresa, Ricardo, Fernando, etc.


En la morfología, sólo quedó el sufijo “ing” >engo (realengo, abolengo).
En el léxico, palabras de origen bélico como la propia palabra guerra, además de guerrero, buque, compañía, espuela, albergue, pero también palabras como sala, adrede, bosque, buscar, banco, agasajo, brote, brotar, falda, convenio, alto (de detenerse)…
Topónimos como Burgos y sus derivados, Villatoro, Allariz, Castromil, Revillagodos, Revillagigedo, etc.
En esta época, el latín vulgar de la Península va evolucionando hacia lo que sería la lengua romance (el castellano) entre los siglos V y IX.
Los rasgos lingüísticos de esta lengua en formación serían:
- Una tendencia creciente a perder las vocales finales latinas. Tendencias que serán también muy fuertes en Cataluña, en que se pierden dos vocales finales. Castilla recuperará esa vocal final hacia el siglo XII.
- Se conservan los diptongos latinos vulgares ai y au excepto en Aragón y Cataluña.
- Palatalización de pl-cl y fl iniciales: Planctum >llanto ; clamare >llamar o Flama> llama.

España árabe en el siglo IX



Superestrato árabe

Los pueblos árabes que invadieron la península a partir del 711 D.C. También eran diversos y también su lengua evolucionó a través de los casi ocho siglos que permanecieron en la Península.
Esta lengua (o mejor dicho, las variantes que de ella se asentaron en la Península), provocaron que las lenguas de la antigua Hispania se separasen más de las demás lenguas románicas que no fueron sometidas a esta influencia.
Lo curioso es que fonéticamente, el árabe no deja rastro.
En morfología, únicamente queda un sufijo: la vocal tónica en posición final de baladí o alhelí.
En cambio, hay una enorme aportación al léxico a partir del mozárabe (la lengua de los árabes españoles, que se adapta a la fonética románica:

Palabras bélicas: atalaya, adalid, centinela.
Palabras referidas a la agricultura y a la hidrología: alberca, agricultura, acequia, noria, alcachofa, zanahoria,.
Palabras de oficios e industrias: Tarea, taza, azufre, albañil, mahón, alféizar, celosía.
Del comercio: Arancel, tarifa, aduana.
De la vivienda: vivienda, arrabal, alcoba.
Del vestido: albornoz.
Institucional y administrativo: alcalde, albacea.
Topónimos: Alcalá, Guadalajara, Guadalquivir, Alpujarras, Guadalupe, Medina, Medinaceli, Trafalgar, etc.
Onomástica: Zaida, Zoraida, Yaritza, Almudena, etc.

Sobre todo, es importante tener en cuenta la importancia radical de la cultura árabe por lo que se refiere a la introducción de la alta cultura filosófica, médica, científica y literaria clásica (especielmente griega y árabe), que vehiculó la civilización musulmana en la Península ( y a través de ella, al resto de Europa), durante los largos siglos de su asentamiento en la Península. Asimismo, los usos y costumbres de la sociedad reflejaron, hasta muy entrado el siglo XX, el legado árabe-musulmán.


Capitel visigodo

EL MUNDO VISIGODO

Entre romanos y árabes, los grandes conocidos, existe en España un pueblo, una civilización, prácticamente ignorada fuera del ámbito de los estudiosos de la historia: los visigodos. Salvo dos o tres hechos clave, pocos podrían hablar de esta cultura, fundamental sin embargo.

Podemos detectar el origen del pueblo godo en Scandia, la actual Götaland de Suecia. Después les localizamos en Elblag, Polonia, y luego en el valle medio del Vístula. De ahí se ramifican por toda Europa. A partir de siglo IV quedan divididos fundamentalmente en visigodos y ostrogodos, occidentales y orientales. Constantino les concede el estatus de federados. Su sucesor, Valente, los trata peor, por lo que es muerto y sus tropas vencidas en Adrianópolis; Teodosio después de esto, les renueva el estatus. En el año 410, en unión de los esclavos bárbaros que vivían en Roma, la saquean y ponen fin a su hegemonía. Un año antes estaban ya establecidos en la Gallaecia de Hispania, y anteriormente nunca faltaron los intentos de establecer alianzas, incluso matrimoniales, como en el caso de Ataúlfo con Gala Placidia, hija de Teodosio y hermana de Honorio, y a la sazón su rehén.



Convertidos los francos al catolicismo en 496, las luchas contra los visigodos arrianos son continuas. Enfrentados cerca de Poitiers, los visigodos son derrotados y muerto Alarico ll, con lo cual se ven obligados a abandonar Aquitania y huir al sur, a través de los Pirineos, hacia Hispania.

Teudis, elegido rey, desea crear un reino en la Península, y pone capital en Barcino; tras su muerte, su sucesor Atila la traslada a Híspalis, Sevilla, no sin continuas rebeliones de los hispanorromanos. Y después y definitivamente, a Toletum.

Preciso es omitir el largo desfile de reyes, entronizaciones, derrocamientos y muertes; la Crónica de Fredegario nos habla del Morbus Gothorum, la enfermedad de los godos: una especie de monomanía de poder que lleva a este pueblo a abrirse paso hasta el trono matando al que hubiese en el camino; hijos, padres, hermanos y primos caían a los lados como ramas taladas. Sólo los grandes reyes supieron perdurar. Los sucesivos concilios trataron de establecer una firme monarquía hereditaria, pero las intrigas de los nobles no lo hicieron posible; y en ello se va a llegar a la posibilitación de la invasión musulmana de la península. El penúltimo rey godo, Witiza, nombra sucesor a su hijo Aquila, pero una gran parte de la nobleza proclama a uno de los suyos, Rodrigo. Los partidarios del heredero llaman en su ayuda a los bereberes africanos, mientras Rodrigo está en el norte de España. Apenas hay resistencia: en el 711, en el río Guadalete, el mundo visigodo termina.

Fuertemente romanizada, la legislación visigoda había sido un mantenimiento de la romana, contenida en diez sistemas legislativos magistrales:

El Códice de Teodosiano, legislación romana tardía, unificando todas las leyes existentes; las Novellae, añadidas a las anteriores; el Codex Eurici, que pasa del derecho consuetudinario germano a la ley escrita; el Breviarum Alarici, que recoge y amplia el Codex Theodosianus; la Lex Theudi Regis, leyes procesales; la Lex Visigothorum, obra definitiva de la legislación visigoda. El resto son actas conciliares, fórmulas de derecho, etc.

La sucesión al trono es un problema constante; aunque generalmente se elegía dentro de un único linaje, el nuevo rey debe ser aceptado por la aristocracia goda. Por los pactos con los romanos confirman su suprema autoridad entre su pueblo. La regulación de la línea sucesoria se establece en el IV Concilio de Toledo, en el 633, sacralizando el poder. El Aula Regia se integra por una serie de nobles al servicio del rey: maiores palatii, seniores, optimates y primi, con cargos, y los gardingos, sólo militares. El resto de la corte la componían los viri ilustres, los comites y el dux. Los comites, derivados en la Edad Media en condes, tienen diferentes funciones: El comes thesauriorum para la tesorería, el comes patrimonii para la administración, el comes spatariorum para la guardia personal, etc. El dux provinciae llegó a máximo mando militar, unido a la administración de su provincia. Muchos nobles romanos accedieron a ese cargo. Por debajo del dux está el comes civitatis, administrador de justicia.

En la estructura del ejército también puede verse la asimilación del mundo visigodo al romano. La unidad fundamental era la thiufa, al mando del thiufado. Se constituye como fuerza defensiva de la monarquía, con ejércitos privados que componen el real con sus mesnadas.

Casi al par que el ejército, la Iglesia jugó un papel decisivo en la Hispania de los siglos VI y VII, sobre todo a partir del III Concilio de Toledo, en que Recaredo realiza la unificación religiosa. A los concilios se termina por trasladar gran parte de la actividad legislativa. Como es potestad del rey el nombrar obispos, la conformación como asamblea política se configura cada vez más. A medida que esto crece, la relación con Roma se va enfriando. A ello se añade el enorme poder económico que tiene, al poseer extensas y ricas tierras, propiedades inalienables con estatus de feudo.

Desde los primeros momentos hubo factores que marcaron las diferencias entre los dos pueblos que convivían en España: godos e hispanorromanos, pero pronto se fueron desdibujando. El principal fue el religioso: catolicismo contra arrianismo. A la llegada de los bárbaros la religión oficial en España era la católica, con influencias paganas y un cierto número de judíos. Los pueblos bárbaros, excepto los nuevos paganos, eran arrianos, que niegan la Trinidad. En los primeros momentos hubo clara oposición entre ambos grupos. Después, Leovigildo intentó la unificación, cosa que logra Recaredo.

Otro problema fue la repartición de tierras: a los godos se les otorgan dos tercios, y un tercio queda para los hispanorromanos, según el llamado Contrato de Hospitalidad, que no afectó sino a la aristocracia, no a las pequeñas propiedades.

Se mantuvo siempre la particularidad del pueblo vascón, en el norte. Siempre fueron muy poco receptivos a la romanidad. De ello se deriva la conservación de su propia lengua y la continuidad de las prácticas de su propia y ancestral religión. Permanecieron independientes a lo largo de todo el reino visigodo, excepto Victoriacum, fundada por Leovigildo, quizá la actual Vitoria. Mantuvieron luchas frecuentes, pero en ningún momento fueron sometidos. Al contrario, sus ásperas montañas fueron refugio de rebeldes. Se supone que conformaron los mayores grupos de bagaudas o bandoleros de caminos, siempre en ataque a los destacamentos visigodos.

La ciudad se encierra cada vez más en sí misma, en un espacio intramuros; a los edificios administrativos y públicos se añaden las iglesias y sus anexos, tras la llegada del cristianismo. Aparecen también enterramientos cerca de ellas, pese a la prohibición de sepultar en núcleos urbanos, costumbre que en la Edad Media cobrará cada vez más auge. Crecen también las áreas martiriales, dedicadas al culto a los santos mártires.

La principal de las ciudades es, naturalmente, la capital, Toletum. Se ubica en un punto defensivo natural sobre un cerro rocoso que baña el Tajo, y cuyas vegas son excelentes zonas de caza, horticultura y pastoreo. Durante el s. VI, con la presencia de la Corte, sufre importantes remodelaciones, sobre todo en cuanto a la creación de centros de culto. Debió existir un poblamiento romano, con un circo, templos y villas, pero de ellos tenemos pocos testimonios, sobre todo por la siguiente población musulmana, que reestructuró por completo los espacios urbanos.



Acerca de estos espacios podemos hablar de las construcciones arquitectónicas. En primer lugar encontramos los de tradición paleocristiana, que perdurará hasta el s. VII. En segundo lugar la hispanovisigoda, que a partir de ese siglo aportará una serie de innovaciones: diversas planimetrías, y ornamentación escultórica, sobre todo en el área de influencia de los talleres de Toledo. La escultura parece corresponder toda a los siglos VI y VII, con centros artesanales en la Bética, la Lusitania, Mérida y Toledo. Pero un comentario sobre esto sería demasiado amplio, y de ello hacemos gracia al lector.

Sabemos también que la medicina estaba bastante avanzada, según podemos leer en las Etimologías del sabio San Isidoro de Sevilla, gigante de la sabiduría visigoda. Dice que los médicos aprendían gramática para poder comprender lo que se lee, dialéctica para poder discutir sus ideas, geometría, música y astronomía. Se ordena que los médicos recorran la ciudad, recojan a cualquier enfermo que encuentren y lo trasladen al hospital (xenodocium lo llaman), lo pongan en lechos y le preparen medicinas apropiadas.

Las excavaciones en cementerios proporcionan el dato de que la población sufría de insuficiencias alimenticias: caries, piorrea, cálculos, falta de flúor, osteoporosis y osteopatías en general, lo cual indica una educación alimentaria muy deficiente. El índice de mortalidad, sobre todo infantil, era muy alto, pocos sobrepasaban los 50 años.

Hemos ofrecido un recorrido sobre una parte del mundo de nuestros ancestros visigodos, quizá un tanto desconocidos entre los mismos españoles, aplastados entre romanos y árabes con sus sólo doscientos años de existencia. Pero estuvieron ahí, dejaron una huella indeleble, y de ella he querido ofreceros tan sólo un paso en su caminar.
BREVE CRONOLOGÍA DE LA ESPAÑA VISIGODA


415 Los visigodos penetran en Hispania; instalación de Ataúlfo en Barcino.

416 Valia firma con Honorio un tratado foederati por el cual se compromete a liberar a Hispania de los germanos que la habían invadido en 409.

Se inician campañas sistemáticas contra vándalos silingos, alanos y suevos.

418 Valia firma un nuevo tratado con Roma, por el cual los visigodos pueden establecerse como foederati en Aquitania, instalando su capital en Tolosa.

466-484 Reinado de Eurico, que desde Tolosa afianza las conquistas visigodas, incorporando de pleno la Tarraconense a sus dominios al aprovechar el hundimiento definitivo del Imperio de Occidente.

497-507 Presión de francos y borgoñones sobre el reino de Tolosa.

507 Batalla de Vouillé, que supone el hundimiento del reino tolosano, tras la cual quedan reducidos los visigodos a sus dominios en la península ibérica y al reino de Arles (Septimania, etc.).

531 Se inicia, de hecho, el reino visigodo de España, al trasladar la capitalidad del reino de Arles y Narbona a Barcelona.

561 Atanagildo traslada la capitalidad a Toledo.

Comienza la ocupación por los bizantinos del litoral mediterráneo y atlántico, desde Alicante al Algarve, junto con las Baleares. Se inicia el reinado de Leovigildo.
CRONOLOGÍA DE LOS MONARCAS GERMANOS EN HISPANIA HASTA LA UNIFICACIÓN DE LEOVIGILDO
Reino Visigodo
Ataúlfo = 410-415

Sigerico = 415

Valia = 415-418

Teodoredo =418-451

Turismundo = 451-453

Teodorico I = 453-466

Eurico = 466-484

Alarico II = 484-507

Gesaleico = 507-510

Teodorico II = 511-526

Amalarico = (511) 526-531

Teudis = 531-548

Teudiselo = 548-549

Agila = 549-554

Atanagildo = 554-567

Liuva I = 567? ó 568?-m. 572

Leovigildo = 568? ó 569?-586

Reino suevo
Hermerico = 409-441

Rekhila = 441-448

Rekhiario = 448-457

Maldras = 457-460

Remismundo = 460-469

Karriarico = Alrededor de 550

Teodomiro = 559-570

Miro = 570-583

Eborico = 583-584

Andeca = 584-585


LOS GRUPOS RACIALES EN LA ÉPOCA DE LOS VISIGODOS
Las distinciones raciales de la Hispania visigoda pueden resumirse en los siguientes grupos:

1.Población hispanorromana. Núcleo fundamental, mayoritario numéricamente y extendido por toda la península.

2.Núcleo germánico. Minoría no fusionada con los indígenas, pero mezclada con ellos y de hecho dividida en dos grupos principales:

a) En el noroeste peninsular, los suevos (con pequeños núcleos de vándalos y alanos).

b) En la mayor parte de la península, los visigodos, diseminados por casi todos los territorios peninsulares (a excepción, hasta Leovigildo, de la zona anteriormente mencionada y, asimismo, de Vasconia y -al parecer- de la región, de difícil localización, conocida como Oróspeda).

3. Núcleo hebreo. Los grupos judíos constituían minorías activas (con frecuencia discriminadas), instaladas fundamentalmente en las ciudades.

4. Otros núcleos minoritarios orientales y africanos. En especial a partir del expansionismo imperialista justinianeo (coincidiendo, por tanto, con el período de instalación política bizantina en determinadas zonas peninsulares) se instalaron diversos núcleos de sirios, africanos y súbditos bizantinos en el sudeste peninsular.
NOTAS SOBRE LA DEMOGRAFÍA DE HISPANIA EN LA ÉPOCA VISIGODA
No es posible efectuar un cálculo de la población de la península ibérica durante la época de predominio visigodo. De acuerdo con evaluaciones aproximadas puede inferirse que a mediados del siglo V las realidades demográficas, al consolidarse la instalación visigoda, serían las siguientes:

7.000.000 de hispanorromanos.

200.000 visigodos y asimilados.

Es presumible que la población de la península aumentara a lo largo de los tres siglos de predomino visigodo, debido a una serie de factores de relativa estabilidad, que podían ayudar a tal fenomenología. No obstante, el crecimiento de dicha población debió de ser relativamente reducido.

Al establecerse en las Galias, los visigodos eran aproximadamente unos 100.000, duplicándose posteriormente (a lo largo del siglo V) su número, no sólo por el aumento lógico de sus propios efectivos, sino por la incorporación de otros núcleos de germanos, especialmente ostrogodos.

Carecemos, por otro lado, de cifras exactas respecto a los efectivos de población representado por los suevos (núcleos de mayor persistencia en la península) y los restantes invasores germanos. Como referencia aproximada respecto a la importancia de dichos contingentes se ha calculado que los vándalos y alanos (que emigraron a África tras una breve permanencia en la península) eran unos 80.000

http://i70.photobucket.com/albums/i120/Tellagorri/DSC00505.jpg?t=1202673985
Atte.
YACOB

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Re: Los Visigodos, siglo VI. 26 May 2008 20:44 #6305

  • Gale
Pues ya tengo una cosa que mejorar, a poner fotingas!.

Gracias por la aportación Yacob.

Re: Los Visigodos, siglo VI. 26 May 2008 21:16 #6307

Magnifica información :D .

Nota de administración:Solo una cosa, en el caso de que textos o mapas los hubierais copiado de otra web es preciso que dejeis el link de la pagina en cuestión o una reseña diciendo de donde proceden esos textos o imágenes.

Un saludo

Re: Los Visigodos, siglo VI. 27 May 2008 00:54 #6320

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CeltiberoEspartiata escribió:
Magnifica información :D .

Nota de administración:Solo una cosa, en el caso de que textos o mapas los hubierais copiado de otra web es preciso que dejeis el link de la pagina en cuestión o una reseña diciendo de donde proceden esos textos o imágenes.

Un saludo

Ok, en mi caso particular, lo he sacado de unos apuntes de archivo que tenia, ya que en mi biblioteca, tanto privada como virtual tengo muchos datos e informaciones que no sabria localizar su origen exacto ya perdido u olvidado, pero gracias una vez más por la puntualización en futuras escrituras, intentare sacar reseñas de los originales que encuentre u otras direcciones alternativas; lo tendre en cuenta.
Atte.
YACOB

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Re: Los Visigodos, siglo VI. 27 May 2008 01:26 #6324

Muy interesante y muy buenas las imagenes.

Enhorabuena a los dos.

Saludos


Re: Los Visigodos, siglo VI. 27 May 2008 01:46 #6325

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CeltíberoAcre escribió:
Muy interesante y muy buenas las imagenes.

Enhorabuena a los dos.

Saludos

Gracias, en todo lo que pueda ayudar no dejeis de pedirmelo, siempre y cuando este en mi mano.
Un abrazo

Atte.
YACOB

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Re: Los Visigodos, siglo VI. 27 May 2008 19:08 #6378

  • Gale
Yo por mi parte saco la información de libros de Osprey Publishing, que es la editorial de los libros que copio.

Re: Los Visigodos, siglo VI. 28 May 2008 10:23 #6427

Gale Geha escribió:
Yo por mi parte saco la información de libros de Osprey Publishing, que es la editorial de los libros que copio.


Si simplemente usas los libros como fuente de apuntes no hace falta nombrarlos, solo en el caso de copiar las frases habria un problema de copyright y seria preciso señalar la fuente o en el caso de copiar y pegar articulos de otra web( de otra persona). Son artículos interesantisimos pero si hacmos las cosas bien sera mucho mejor.

Agradecemos vuestras aportaciones :D

Re: Los Visigodos, siglo VI. 31 May 2008 22:24 #6781

Sobre el tema de los visigodos recomiendo "La Aventura de los godos en España" del recientemente fallecido y entrañable Juan Antonio Cebrián, dedicado a la divulgacion histórica.

Re: Los Visigodos, siglo VI. 08 Sep 2008 21:21 #11912

Como bien se ha dicho, el orígen de los godos sigue siendo un enigma para los historiadores y continúa generando controversia. Lo último sobre el tema son unos hallazgos arqueológicos ,de la universidad norteamericana de UCLA, en los países bálticos y cuenca del Vístula (supuesta zona de procedencia de los godos), según los cuales se podría datar la presencia ininterrumpida de una única y poderosa cultura en la zona desde ca. del 3000 a.C., coincidiendo con las famosas (y casi míticas) oleadas kurganas (antes llamadas oleadas indoeuropeas). Estos datos le han servido de base a la experta lingüista Juraté Rosales para lanzar la hipótesis de que los godos no eran un pueblo germánico sino báltico.
Tal como explica en la obra Los Godos de Juraté Rosales, Ed. Ariel Pueblos -2004 :estos kurganos que durante unos 1000 años fueron llegando paulatinamente a europa, constituían una cultura típicamente asiática y esteparia basada en el nomadismo y la crianza del caballo. En la zona en cuestión se habrían integrado con los elementos autóctonos de la llamada cultura de Narva para acabar formando lo que se ha dado en llamar culturas Bálticas, cuyo elemento aglutinador fue una lengua que acabaría formando los actuales lituano y letón, entre otras lenguas desaparecidas. Así se explicaría que en la costa oriental del báltico se encuentren enterramientos de guerreros con un ajuar funerario que incluye caballos desde una época muy remota. Antes de la llegada de escitas, sármatas o alanos, aquel pueblo ya dominaba a la perfección la cría del caballo, la navegación fluvial y controlaba la ruta del ámbar desde el Báltico al Ponto.
La identificación , por otro lado, entre godos y dicho pueblo (a parte de la geográfica) habría que buscarla en elementos lingüísticos; según Rosales hay una gran mayoría de elementos bálticos en la popular "Biblia de Ulfilas" (un idioma báltico, germanizado a orillas del Danubio, lo define), en las influencias visigodas sobre el antiguo castellano y sobre todo en la raíz del nombre GODOS y en los topónimos de la región prusiana (que en la época en cuestión estaba poblada por "baltos"). Eso sin mentar a la conocida estirpe real goda.
Lo más sorprendente de la teoría de Rosales resulta de cruzarla con la crónica medieval de Alfonso X El Sabio sobre el orígen del pueblo godo; una crónica medieval dada por estrafalaria e interesada durante mucho tiempo, resulta sospechosamente coincidente ,en cuanto a descripciones y hechos "históricos", con los descubrimientos hechos sobre un pueblo que debió coexistir con escitas y griegos en el Ponto durante el 1er. milenio antes de nuestra era.

Desde luego que habrá controversia.

Jugando el ETW:Campaña de Prusia.
Finalizada la campaña corta española del ETW.
Finalizada la campaña corta austríaca del ETW.
Finalizada la campaña ETW:RtI.
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