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Los perros de la brigada ligera
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TEMA: Los perros de la brigada ligera

Los perros de la brigada ligera 24 Jul 2011 09:48 #56944

ARTURO PÉREZ-REVERTE | El Semanal - 01/6/2008

Insistir, a estas alturas, en que aprecio en general más a los perros que a los hombres es una obviedad que no remacharé demasiado. He dicho alguna vez que si la raza humana desapareciera de la faz de la tierra, ésta ganaría mucho en el cambio; mientras que sin perros sería un lugar más oscuro e insoportable. Cuestión de lealtad, supongo. Hay quien valora unas cosas y quien valora otras. Por mi parte, creo que la lealtad incondicional, a prueba de todo, es una de las pocas cosas que no pueden comprarse con retórica ni dinero. Tal vez por eso, la lealtad, en hombres o en animales, siempre me humedece un poquito las gafas de sol.

Todo esto viene a cuento porque acabo de darle un repaso a El Valle de la Muerte, un ensayo de Terry Brighton sobre la carga de la Brigada Ligera durante la guerra de Crimea. Aquello, más conocido por la carga entre los que están en el ajo, es asunto que algunos frikis de la materia -los periodistas Jacinto Antón y Willy Altares, mi compadre Javier Marías, yo mismo y algún otro- cultivamos, desde hace muchísimos años, como materia de reflexión y tertulia, sobre todo a la hora de comparar la leal actuación de los lanceros, dragones y húsares ingleses aquel 25 de octubre de 1854, dejándose el pellejo bajo la artillería rusa, con la criminal incompetencia de los mandos británicos que ordenaron el ataque, notorio entre las grandes imbecilidades militares de la Historia.

La historia es conocida: cinco regimientos de caballería británicos cargaron de frente contra una batería rusa, a través de un valle de kilómetro y medio de largo, batido a la ida y a la vuelta por fusileros y artillería. De seiscientos sesenta y seis hombres volvieron a sus líneas heridos o ilesos, muchos a pie y todos bajo fuego enemigo, trescientos noventa y cinco. Hasta la suerte de sus caballos se conoce: de los pobres animales que montaron los ingleses, galopando entre el estallido de las granadas o sueltos luego por el valle enloquecidos y sin jinete, murieron trescientos setenta y cinco. Ni siquiera los famosos versos de Tennyson, que varias generaciones de escolares aprendieron de memoria -«Media legua, media legua / media legua más allá...»-, pueden embellecer el asunto. Fue una carnicería en el más exacto sentido de la palabra.

Pero de lo que quiero hablar hoy es de perros. Porque lo que pocos saben es que, ese día, dos perros cargaron también contra los cañones rusos. Se llamaban Jemmy y Boxer, y eran, respectivamente, las mascotas del 11o y del 8o regimientos de húsares. Los dos canes habían acompañado a sus amos desde sus cuarteles de Inglaterra, y estaban en el campamento británico cuando se ordenó a la Brigada Ligera formar para la carga. Así que, como tantas otras veces en desfiles y maniobras, los dos fieles animales acudieron a colocarse junto a las patas de los caballos de los oficiales, dispuestos a marchar al mismo paso, sin obedecer las voces de los soldados que les ordenaban apartarse de allí. Después sonó la corneta, empezó la marcha al paso, luego al trote, y cuando, bajo intenso fuego de artillería, se pasó al galope y sonó el toque de carga, con las granadas reventando, hombres cayendo por todas partes, estruendo de bombazos y caballos destripados o sin jinete, Jemmy y Boxer siguieron corriendo imperturbables, junto a sus amos, en línea recta hacia los cañones rusos.

Parecerá increíble para quien no conozca a los perros. Esos chuchos cruzaron todo el valle de Balaclava entre un diluvio de fuego -«Hasta las fauces negras de la Muerte, / hasta la boca misma del Infierno»- y permanecieron junto a los húsares, o lo que quedaba de ellos, mientras éstos acuchillaban a los artilleros enemigos y morían entre los cañones. Después regresaron despacio, al paso de los caballos maltrechos que traían a los supervivientes, junto a hombres desmontados o heridos que caminaban y caían exhaustos, entre el tiroteo ruso y los disparos de quienes remataban a sus caballos moribundos ante de seguir a pie. Tres largos kilómetros de ida y vuelta. Jemmy y Boxer hicieron la carga junto a los primeros caballos de la brigada y regresaron a las líneas inglesas con el primer hombre montado de sus respectivos regimientos que volvió a éstas: Ileso Boxer, sin un rasguño; herido Jemmy por una esquirla de metralla en el cuello. Y ambos, acabada la campaña, regresaron a Inglaterra y murieron viejos, honrados y veteranos, en su cuartel.

Ni Tennyson ni poeta alguno hablaron nunca de ellos, ni en el poema famoso ni en ningún otro maldito verso. Por eso he contado hoy su historia. Para decirles que por el Valle de la Muerte, cargando contra los cañones con la Brigada Ligera, también corrieron dos buenos perros valientes.





"...es el verbo de la Historia Militar de España,porque alli donde se ha combatido en mar o en tierra,siempre ha habido un soldado de Infanteria de Marina...
Conde de Torre Velez(Parlamento 1904)."

Re: Los perros de la brigada ligera 24 Jul 2011 11:06 #56945

Muy buen artículo.
Artor Perez-Reverte es uno de mis escritores vivos favoritos. No cabe duda de que es un perfecto “cabroncete”, que parece se deleita poniéndonos frente a nuestras miserias. Si alguien en el juicio final tiene que ir apilando en la balanza lo negativo seguro que le eligen a él.
Pero tiene la virtud de hacer unos relatos tremendamente vividos y sus descripciones del campo de batalla y de las situaciones límite conjugan la ligera narración con la viveza descarnada de sentimientos e intensidad en el tempo de lectura, lo que las hace tremendamente reales y facilita la inmersión en la narración hasta que parece estés viviendo una película de intensas imágenes.
Por último si le has leído con asiduidad terminas no creyéndote la imagen que da negativa en todo momento y descreída de la naturaleza humana y al menos a mi parecer, se perfila un hombre que habiendo vivido mucho, es como el "chinchón de turno" que utiliza esa pose de duro y negativo para defenderse y hacer saltar esas "chispas de humanidad" y valores que le alimentan al fin, para seguir viviendo y compartir con sus congéneres el camino, aunque a la mayoría y sobre todo si están en grupo los mira como si fueran lobos que esperan las señales de cansancio para abalanzarse sobre su persona y lo poco que le queda por creer.

Esta es la película que me monto del autor cuando le leo, disfruto haciéndolo y es mi película, con la que estoy a gusto, quizás porque comparta algo de sus planteamientos, a lo mejor por mi profesión, a lo mejor por mi forma de ser. Pero si estuviera en una trinchera o entrando en el barrio chino de mi ciudad para ir a un servicio chungo me gustaría tenerlo a mi lado tengo la impresión de que no dejaría mis espaldas al descubierto como alguna vez ya me ha ocurrido con algún que otro bocazas.
Última Edición: 24 Jul 2011 11:10 Por CeltiberoSet.

Re: Los perros de la brigada ligera 24 Jul 2011 11:43 #56946

Estoy de acuerdo Set, en ocasiones puede resultar un poco petulante en su discurso de “abuelo cebolleta” de yo he mirado a la cara a la muerte he cruzado al otro lado, he vuelto y ahora te lo voy a contar. Pero con su discurso lo único que pretende es hacernos ver es cuan cerca estamos de todo aquello que nos parece impensable y monstruoso.

Que bajo nuestra fachada civilizada y evolucionada a lo largo de los siglos, subyace la misma naturaleza primitiva que nos ha llevado hasta aquí y nos ha mantenido vivos. Según él, todas esas imágenes que vemos en otros países y que nos resultan tan lejanas sentados cómodamente en el sillón de nuestra casa, dadas las condiciones necesarias seriamos capaces de realizarlas nosotros mismo.

En definitiva como decía el maestro Ortega y Gasset “El hombre es él y sus circunstancias”
Yo tuve la ocasión de conocer en Yugoslavia a Goran un Chetniks cuyo apelativo era “el corta cuellos”, antes de la guerra vendía fotocopiadoras y era un tipo normal y corriente , tenia una mujer dos niñas y un perro. Pero era esquizofrénico ver a un tío con el que te estás riendo y tomándote una cerveza y que ese mismo tío sea capaz de hacer lo que hizo.. .. Después de que me contara su historia comprendí muchas cosas.

En definitiva esta sociedad se ha encargado de dividirnos en buenos y malos, y eso es una falacia somos todos igual de cabrones, la diferencia es que unos lo saben y otros lo tienen ahí





"...es el verbo de la Historia Militar de España,porque alli donde se ha combatido en mar o en tierra,siempre ha habido un soldado de Infanteria de Marina...
Conde de Torre Velez(Parlamento 1904)."

Re: Los perros de la brigada ligera 24 Jul 2011 13:53 #56949

Totalmente de acuerdo, amigo Caudillo. Como decían los romanos : "Primum vivere deinde philosophari"

Un abrazo

Re: Los perros de la brigada ligera 24 Jul 2011 14:06 #56950

He de reconocer que no he leido de este autor mas que lo que Caudillo ha posteado por el foro, pero cada vez me gusta más, dedicar un relato a la lealtad y hacernos darnos cuenta de que tenemos mucho que envidiar a unos "simples" canes es más que respetable.

Pero tiene la virtud de hacer unos relatos tremendamente vividos y sus descripciones del campo de batalla y de las situaciones límite conjugan la ligera narración con la viveza descarnada de sentimientos e intensidad en el tempo de lectura, lo que las hace tremendamente reales y facilita la inmersión en la narración hasta que parece estés viviendo una película de intensas imágenes.

Totalmente de acuerdo contigo Set, me han sorprendido gratamente las descripciones de este autor.

En definitiva esta sociedad se ha encargado de dividirnos en buenos y malos, y eso es una falacia somos todos igual de cabrones, la diferencia es que unos lo saben y otros lo tienen ahí
Caudillo, amén

Re: Los perros de la brigada ligera 25 Jul 2011 16:27 #56959

Este es el mismo DIABLO:

La profesora de Arte
XLSemanal - 25/7/2011

En la vida de todo hombre hay mujeres que lo marcan para siempre. Eso incluye a madres, esposas, hijas, amantes o cualquier otra variedad imaginable del asunto. En ocasiones, algunos individuos más o menos afortunados vislumbran claves ocultas, secretos de la vida a través de los ojos de esas mujeres. Llegan a conocer mejor el mundo y a ellos mismos gracias a lo que ven o creen ver en la mirada de ellas, y también en sus actitudes, sus palabras y especialmente sus silencios. Alguna vez escribí, o dije, que nadie habla con silencios mejor que las mujeres. O con palabras, cuando se ponen. Sobre todo si salen al palenque hartas, fatigadas o heridas.

Hoy quiero contarles de una mujer que marcó mi vida. Su nombre figura en libretas de apuntes que conservo desde hace más de cuarenta años, y que contienen las notas que tomé en 6.º y Preu sobre Historia del Arte. Por aquel tiempo yo era un jovenzuelo insolente con la mochila llena de libros, a punto de viajar a la isla de los piratas. Me habían echado de los Maristas y conseguí asilo en el Instituto de Cartagena. Sólo éramos once en Letras, y los profesores de Literatura, Latín, Griego, Filosofía e Historia, también recién llegados, resultaron jóvenes y brillantes. Nos dieron tres años de felicidad intelectual con alicientes extras: Gloria, la profesora de Griego, usaba minifaldas de vértigo y tenía unas piernas espectaculares; y la profesora de Historia del Arte era dulce, tímida y sabia. Se llamaba María Amparo Ibáñez; y, como digo, conservo sus apuntes porque son metódicos y perfectos. Todavía ahora, cuando necesito refrescar un dato de modo urgente, acudo a ellos antes que al Summa Artis, al Espasa o al René Huyghe. Por eso siguen al alcance de mi mano, en el estante más próximo a la mesa donde trabajo.

Esa profesora nos enseñó a mirar a través de sus ojos: arquitrabes, volutas, arbotantes, frescos, veladuras, adquirieron sentido gracias a su inteligencia paciente. Ella nos llevó de la mano desde el arco de adobe a la nervadura gótica, del tesoro de Atreo a la silla de Frank Lloyd Wright, de la cerámica cordada a las sombras largas de Chirico. Enseñándonos, entre otras cosas útiles, que la Historia del Arte, como la Historia a secas, es mucho más que una disciplina académica: es un espejo familiar donde mirarse, un libro ameno que explica lo que fuimos y somos. Un rico sedimento de siglos que proporciona al hombre occidental -o a lo que va quedando de él- memoria, explicación y consuelo. Sin Amparo Ibáñez, sin sus explicaciones y su inteligencia, sin su fe imbatible en los once muchachos que, con ella, analizaban fascinados el último detalle de cada catedral, cada escultura y cada cuadro, mi vida sería hoy, seguramente, muy distinta. Con la mirada que esa mujer me educó pude escribir, más de veinte años después, La tabla de Flandes: la historia de una joven que mira un cuadro como quien descifra un enigma, del mismo modo que, gracias a mi profesora, aprendí yo a mirar con diecisiete o dieciocho años. Y tampoco, sin esa mirada que luego contempló cosas que nada tienen que ver con la Historia del Arte -aunque en el fondo quizá tengan que ver, y mucho-, habría podido escribir más tarde la novela que llamé El pintor de batallas sin que haya nada casual en la elección del título: la historia del hombre que, encerrado en una torre circular, pinta en sus muros la fotografía que nunca logró hacer: el paisaje-resumen devastado, monótono, implacable, de todo el horror y todas las guerras.

Hace algún tiempo, cuando firmaba libros después de presentar una de mis novelas en Valencia, vi a Amparo Ibáñez en la cola de lectores, aguardando paciente con un libro en las manos. No la había vuelto a ver desde el Instituto, pero la reconocí en el acto: delgada, menuda, tímida. Estoy lejos de ser un fulano de lágrima fácil; pero verla allí, como uno más, me conmovió las entrañas. La cola de lectores era interminable: había mucha gente esperando una dedicatoria, y yo me iba esa misma noche. Así que hice cuanto pude. Como siempre firmo de pie, no tuve que levantarme. Hablé atropelladamente de lo mucho que mis libros y mi vida le debían. De la deuda inmensa y del indeleble recuerdo. Ella asentía complacida de escuchar aquello, mientras yo garabateaba unas líneas apresuradas en la página de cortesía de la novela. Después la besé y me quedé mirándola un momento, con dolorida impotencia, antes de atender al siguiente lector que aguardaba. Así la vi perderse entre la gente, con el libro firmado que apretaba contra el corazón. Entonces decidí que alguna vez, si lograba no ponerme demasiado sentimental, escribiría unas líneas como las que ahora escribo. Para decirle, al fin, lo que entonces no le dije.

Re: Los perros de la brigada ligera 25 Jul 2011 16:53 #56960

Muy bueno Set, es increible como a un hecho tan nimio como es el reencuentro de dos personas después de años , es capaz de sacarle punta de esa forma.


Saludos





"...es el verbo de la Historia Militar de España,porque alli donde se ha combatido en mar o en tierra,siempre ha habido un soldado de Infanteria de Marina...
Conde de Torre Velez(Parlamento 1904)."

Re: Los perros de la brigada ligera 25 Jul 2011 19:29 #56964

Es curioso como logra, solo diciendonos de la profesora que era "delgada, menuda y tímida", crearnos una imagen de ella que provoca hasta nostalgia cuando relata su reencuentro, muy bueno sin duda Set ^^
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